En los barrios nebulosos y húmedos de las ciudades inglesas de la década de los setenta, el punk comenzó a gestarse cuando el rock dejó de ser para algunos jóvenes un medio de expresión, de rebelión y denuncia, para convertirse en un producto más de las grandes disqueras. Quizá otro detonante fue la crisis económica y política que entonces vivía Inglaterra, y que sumada al desencanto de los jóvenes por la falta de oportunidades y el aumento del desempleo, abrió la brecha para un movimiento que sirvió como grito de protesta y que encontró en las actitudes rebeldes y anarquistas el escape de la realidad y el sentido de la vida. Así, el punk surge como forma para liberar el descontento.
Quizá la premisa básica del punk No hay futuro ni para ti ni para mí (porque el futuro no existe, sólo está el presente, este momento) surge de una estrofa de coro del que ha sido el grupo musical representativo de dicho movimiento: los británicos The Sex Pistols. Su modo de vestir eran las playeras deshilachadas, rotas y con pintas; utilizaban piercings en la nariz, las orejas, las cejas; se teñían el cabello de colores llamativos y lo peinaban con clara de huevo en forma de crestas, utilizaban collares de cuero con picos, brazaletes con incrustaciones de metal, botas industriales, utilizadas por los obreros para trabajar en las fábricas.
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